De golpe y porrazo.

Hay muchos imanes de deliverys, generalmente llaman a dos, los demás eran viejos o del barrio anterior donde vivían, también hay un calendario del año anterior y del año anterior a éste y hay un calendario del año actual pero con dos meses de atraso. La heladera es grande, grande y blanca. Por dentro tiene algunas esterillas oxidadas, al compartimento donde se ubican las frutas y las verduras le falta un pedazo de la tapa, hace un ruido constante el motor, pero pareciera que toda la casa se acostumbró a éste ruido, es casi imperceptible, por eso que cada casa es un mundo, entonces cada casa tiene sus sonidos.
Minga no tiene mejor plan que sacar los pins viejos y dejar sólo lo que son nuevos, le cuesta sacarlos porque hace mucho que están pegados, tiene que recurrir a un trapo viejo y a alcohol, pero el método no sirve, queda el cuadrado, como una marca negra de pegamento. Con un marcador negro le hace una cruz a los pines que no se usan, como de algunos no está segura, lo corrobora llamando por teléfono, en un papel anota las preguntas que tiene que hacer. Si alguien, del otro lado de la línea dice: Pizzería. Luego en que barrio están y por último los precios, si es muy caro, en vez de una cruz hace un signo de pesos y un más.

Madre de Minga: ¿A ésta hora vas a pedir una pizza? Estoy por terminar la torta. (Cómo es sábado, se hace torta)
Minga: No, sólo estoy chequeando que los imanes estén correctos.
Madre de Minga: Se nota que estás con muchos proyectos y querés despejar un poco la cabeza, ¿te ayudo?
Minga: Si, vos hace casa de comidas y yo hago pizzería y lugares de empanadas.

Mientras disca, se da cuenta la cara de preocupación de su madre y se imagina cada palabra de lo que está pensando.

Minga: Hola Pizzería
Alguien del otro lado del teléfono: No, después de las cinco de la tarde atiende la pizzería, ahora funciona como casa de familia.

A Minga le quedó rebotando en la cabeza, eso de “Funciona como casa de familia”, y pensó que sus pensamientos no la llevaban a ningún lado, entonces se quedó sólo con que “Funciona como casa de familia” era un buen título para algo, pero no sabía para que, siempre le faltaban dos para el peso, se quedaba ahí en los pensamientos. No activaba. No resolvía. No sorprendía.
Escribió en el pin, de 8.00 a 17.00 Casa de Familia / 17.00 a 00.00 Pi. Se quedó sin lugar en el pin, y lo dejó así. La heladera se confundía entre un objeto de arte, de Marta Minujin y una heladera grande, grande y que por fuera no parecía limpia.
Antes de decidir sorprender se dio cuenta porqué el agua de la casa de sus padres tenía un gusto raro, era por el pedazo de tapa que le faltaba al compartimento de las frutas y las verduras.
Arrancó una hoja de uno de los calendarios viejos, escribió algo y lo pegó en el espacio donde habían quedado los cuadrados negros por el pegamento.
No me busquen, fui a conocer Mar del Plata.