A Minga la despertaron cuatro rayos de sol que entraron sin pedir permiso por la ventana.
El primer rayo de sol dijo; Minga es hora que te levantes, ya es tarde. Ya sos una osa tierna remolona.
¿Tarde para qué?- preguntó Minga al rayo de sol número uno.
Tarde para levantarse, nada más que para eso. No es que tengas que hacer algo en particular pero en algún momento hay que levantarse y empezar el día sino siempre se te hace tarde.
(siempre se hace tarde en la ciudad - dice Páez)
No entiendo- dijo Minga, tapada con un acolchado hasta el cuello- el alcolchado es de color rosa viejo con flores gastadas, que notan su uso.
Rayo de sol número tres: yo me colé por la ventana, yo fui el que les dijo a los otros rayos de sol que entráramos, yo les dije que nos juntemos, que nos agrupemos.
Minga- ¿porqué?
Porque si entraba yo sólo no iba a lograr despertarte.
Minga- ¿qué me querés decir, qué uno sólo no hace nada?
El rayo número cuatro quiso intervenir. El rayo número tres la está flasheando, no le des importancia. Lo que quiero decirte es que te levantes de una vez. Ya es la hora.
Mientras se lavaba la cara hinchada, se sacaba las lagañas junto con la crema de la boca de la noche anterior, pensó que los rayos funcionaban como despertador. Un despertador natural, sin audio. El tema que nos interesa es que ese día no tenía nada que hacer. Ningún plan. La agenda no marcaba nada en rojo, ni en ningún color, sin círculos, sin cruces. Sin planes se llamaba el día, y era un día de semana.
En el trabajo habían decretado feriado por el día del folleto. Si, el día del folleto se había instaurado ese día y era irrevocable. No había que ir a trabajar. Son esos días que sorprenden y no hay tiempo de planificar y tampoco quería que pase sin pena y sin gloria.
Planeó limpiar. Planeó airear la casa. Planeó seleccionar ropa que no usaba del ropero. Planeó hacer comida y freezarla para que quedé toda la semana. Pleneó ver dos películas; una comedia y un documental. Después que planeó todo ésto en la cabeza dijo que no. Que lo que tenía que hacer estaba en el exterior. Pensó en andar en bici, pensó en comprar ropa, pensó en visitar familia, pensó en ir a un bazar y comprar cosas que no le hacían falta, pensó en leer en una plaza (lo descartó inmediatamente porque no iba con ella, ella no era hippie), pensó en comprar dos regalos que tenía pendientes, después de éste último pensamiento dijo que no. Que lo que tenía que hacer era algo para ella, no para el resto, era su día libre.
Entonces pensó en que tenía que pensar porque no tenía nada que hacer.
Y así pasó el día, sin pena y sin gloria. Pero pensó.
1 comentario:
Hoy me pasó lo que a Minga.
Entonces me hice el color y leí.
Hendijas: rendija, grieta, hendidura
irrevocable: que no se puede reVocar.
Día del folleto!!! buenísimo
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