domingo, 20 de noviembre de 2011

no es lo mismo ser banda invitada que banda soporte.


De chica me enseñaron a no entrar a comercios vacíos. 
Entré a un restaurante chino con la idea de conocer otra cultura y despejarme, no me fue bien y me acordé de la oración con que empieza este relato.
Había quedado con Ojotas que nos veíamos en mi casa. Una hora antes me bañé, me entró champú en el ojo e hice maniobras con la canilla de agua fría y caliente, pero fue inútil, perdí el control de la temperatura del agua. No la pasé bien. El mal humor fue el primer sentimiento que me invadió, el segundo fue odiar a Ojotas.
Después del episodio del champú, Minga quisó ir a comprar unas Saladiks, las favoritas de Ojotas. No hizo a tiempo. 
Cuando lo vi entrar por la puerta del edificio, que es el edificio del monoambiente, dije: ésto no va a funcionar. De la puerta principal hasta donde estoy parada me separa un metro y medio. Ojotas camina lento, tardó entre uno y dos minutos, el sol daba en su espalda y lo dejaba a contra luz.
Cuando lo vió, Minga no se sintió segura de acompañarlo a Brasil. La pregunta era: ¿dejaba todo por un par de ojotas?, la segunda pregunta: ¿que era ese todo que dejaba? y no había tercer pregunta, como tampoco encontraba respuestas a todos esos interrogantes, cuando las preguntas son generales no sirven. En definitiva, todo era un signo de interrogación. 
- Ojotas. Hola
El hola fue extraño, no fue un hola cotidiano. 
- Minga. Hola. 
Se besaron, como lo hacen habitualmente cuando se ven. Ahora Minga lo tenía tan cerca que si cerraba los ojos era incapaz de describirlo. Al abrir los ojos y descubrir la cara de Ojotas, casi pegada a la suya, gigantesco, un poco como sucede en el cine cuando se queda unos segundos dormido y al despertar se rinde al hechizo, siempre infalible, de lo primero que ve en la pantalla. No importa si lo que aparece es un paisaje, un paredón con grafittis o una playa que hormiguea de gente, la primera imagen siempre es una cara, la cara es el fenómeno por excelencia.
Minga vió el rostro enorme de Ojotas y sintió rechazo y ganas de pegarle, claro que Minga es una persona que se encuentra en sus cabales y no lo hizo. 
- Minga. Tengo ganas de pegarte. 
- Ojotas. ¿Qué?
- Minga. Un chiste, para romper el hielo.
- Ojotas. Hacete un Fernet entonces.
Ojotas río a carcajadas y con la boca abierta.
Ya no me causan gracia esos chistes pensó Minga mientras sacaba una Coca-Cola de la heladera. Quizás sea el día de hoy, quizás mañana se me pase.
También pensó que todo es cuestión de tiempo, y todo lo que es cuestión de tiempo, se resuelve haciendo tiempo. 

hoy auspició Saladiks y Coca-Cola. títulos y tema del capítulo. 

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