domingo, 15 de julio de 2012

milanesa con fritas.


Ya era otro día y al día siguiente, se ve todo con mayor claridad. Las situaciones parecen menos exageradas e importantes. Ya no hay dolor de cabeza ni aliento pesado. El pelo está limpio. Sin tos con mocos.
Aparece un tirón inesperado y ganas de dormir todo el día en una cama con colchón de agua y una almohada de pluma y sábanas de ositos. Basta de punch, más ositos.  
Estaba en su casa terminando de almorzar. Ambiente chill out. De repente y sin querer se acordó cuando la madre la hacía sentir culpable porque no comía fruta.  
Sonido ambiente en su cabeza: 
- Una fruta nena. Come una fruta 
- Más tarde ma, más tarde como 
La puso furiosa ese recuerdo. La fruta no era un postre, era un remedio. En su casa, arriba de la heladera, había un canasto de mimbre con una manzana verde, dos rojas, una naranja dudosa, una mandarina a medio abrir y una banana un poco beige un poco marrón. Hizo una ensalada de frutas y la puso en el congelador, pensó que podía servir de postre para alguna visita.
Afuera estaba por llover, adentro también (había goteras), buscaba una nube gris. La rastreó desde la ventana de la cocina, que a su vez da a otra ventana de otra vecina y esa vecina tiene otra vecina. En la ciudad hay vecinos. 
Ya estaba lloviendo. Sintió alivio. Más tarde caían copos de nieve. En serio que eran copos de nieve, grandes. Más tarde que todo eso hacía una sopa instantánea. Ojotas llegó con pan para tostar. Para hacer crunch. Y ahí estaban: esperando tomar una sopa y mirándose a los ojos. Juego que hacían a menudo; mirarse sin pestañear. Minga era buena, Ojotas también. Ojos bien abiertos lo bautizaron.  

- A la cuenta de tres 
- Uno 
- Dos 
- Tres 


Auspició Ojotas.blogspot.com  

Música del capítulo:

http://www.youtube.com/watch?v=2Fh9Z8RqneI

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