- - Yo soy cyan y vos rojo.
Inconsciente. Hace veinte fotos que no conozco a nadie -nueva aplicación de facebook-
Minga está hasta los codos; hasta el caracú; hasta los gemelos; hasta el hígado; hasta el ombligo; hasta las uñas sin esmalte; hasta los dedos de los pies; hasta el mentón; hasta la columna vertebral. Minga está de la cabeza. Informantes nos dicen que Minga y Ojotas son como la malla y la playa, como una ensalada mixta con cebolla y como un ratón con su alfombrilla.
Cursi dijo yeah. Una tarde de octubre caminaban por una calle. Era sábado y el contexto era cálido, alegre y con gente con ojotas, las personas suelen adelantarse a los cambios de estación. Iban en zig-zag como si hubieran tomado una botella de vino tinto y un cuarto de botella de vino blanco. Iban hablando de la economía actual en el mundo, citando autores, relacionando, discutían pero todavía no al punto de pelearse y menos de no hablarse por un rato. Caminaban, Ojotas levantó la vista y los vio a los dos caminando y conversando-digo conversando porque es una palabra más cálida que decir hablando- Ojotas dijo: Miranos, combinamos bien. Minga quiso seguir la misma línea y respondió- Somos complementarios. Yo soy cyan y vos rojo. A Ojotas no le gustó esa mezcla, la sentía ajena- Pienso que vos podes ser blanco y yo negro y cuando nos mezclamos hacemos una paleta de grises- Está bien- dijo Minga- tenía razón era mejor la idea de la paleta de grises, pensó y agregó- Pero yo quiero ser negro. Siempre con condiciones mi amor- y así Ojotas terminó el diálogo.
Es la primera vez que Ojotas le dijo mi amor a Minga. Este es un momento bisagra en la vida de una historia de amor, de cualquier desarrollo amoroso, no sólo de éste. Por ejemplo: No mi amor// Te extraño un poco? Fue un mensaje de texto que envió Minga a Ojotas. Ojotas respondió: Ah, si?- Minga decidió no contestar. Pasados diez minutos Ojotas tocaba el timbre de su hogar// Te quiero //¿Me acompañas a comprar una remera?//
Inconsciente. Esto va en serio.
Más específicamente en la entrada del zoo de Buenos Aires Ojotas alquiló por media hora un carruaje con un caballo blanco y la llevó a pasear a Minga, manejaba el señor que alquilaba el carruaje. El caballo estaba flaco y sin muchas ganas de pasear por una avenida llena de autos, bocinas y semáforos. El caballo pensó que había un gran contraste en su trabajo. Al principio, a Minga le pareció que el paseo, el carruaje, el señor, el caballo y Ojotas eran una ridiculez y al final también.
4 comentarios:
estamosss en la B!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! por Dios Ojotas, como que alquilaste un carruaje!? no da
Que buena aplicación de facebook!
La descontinuidad en el realato son lo mejor!
Al caballo, si es q decide venir a mi nacimiento, tambien le damos bananita dolca (leer prox entrada).
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